martes, 13 de mayo de 2008

SHRK


Ayer fue un día maravilloso a pesar de que estoy pasando por mi infierno astral. Doña Rita Jugo de Caña llegó tempranísimo a cumplir su palabra de que mataría los gallos. De todas manera sólo terminó de limpiar los 5 gallos (que dieron 4 kilos de carne con hueso) a las 11 de la mañana. Nos quedamos con 2 kilos y le dimos los otros dos a ella, claro, lo de ella fueron diez alas, 5 corazones, 5 hígados, 10 patas, 5 rabos, etc. Así mismo ella no hallaba cómo agradecerme (cuando era yo la que más le tenía que agradecer a ella por haber estado 3 horas de rodillas haciendo ese trabajo al sol). Yo estuve todo el tiempo conversando con ella, preguntándole sobre su vida, -que me pareció interesantísima-, y también contándole un poco de la mía. Realmente cada persona es un personaje. Después fui a la ciudad y allá recibí un mensaje de texto de mi hijo mayor preguntándome el número de la cédula de identidad de mi hijo carioca. Creo que éste ya sea el último paso para que el banco finalmente dé la clave y yo pueda utilizar la bendita tarjeta de crédito que me regaló mi hijo carioca, de quien por cierto no sé nada desde hace más de una semana y eso me tiene angustiada aunque me consuelo a mí misma diciéndome: “¿ausencia de noticias? ¡Buenas noticias!”. En la tarde, después de caminar una hora y pico con mi vecina, me vine a cocinar un kilo de los gallos a mi manera y dejarle otro kilo a Shrek para que lo cocinara a su manera (con muchísima sal). Al kilo mío no le eché sal pero le eché carmamomo, azafrán, hierba buena, y cuanto Dios creó... para hacer después el paté que le echábamos a los crepes de pollo con los que tuvimos un suceso espectacular cuando teníamos nuestro restaurancito hoy conocido como “Bar a la luz de las Velas”, pues tuvo muchos nombres durante los diez años en que funcionó, una de las épocas más fascinantes en mi vida.

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