domingo, 4 de mayo de 2008


Hoy, como amaneció un bello día, temprano coloqué todos mis bluejeans en la lavadora pero cuando la lavadora paró ya el tiempo había cambiado. Y se me había olvidado que el tipo que hace el mantenimiento de las antenas de rastreo había dicho que vendría hoy a cobrar. Llegó a las 10 y media de la mañana y tuve que ponerme un pantalón rojo de crepe de seda que usé el día del matrimonio de mi hijo mayor. Se me había olvidado que iba así vestida y le pedí al tipo (que me estaba llevando en su carro al cajero electrónico), que parara en la papelería. Me bajé con una moneda de un real y pedí dos bloquecitos, y pregunté que si era 50 centavos cada uno. El dueño me dijo que era 60 pero que podía pagarle el resto cuando fuera millonaria. Entonces le respondí, no sé por qué: “muy pronto!” y salí haciendo ruido con mis tacones altos que me tuve que poner para no arrastrar el pantalón y entré en el carro grande, negro, brillante y lleno de antenas que me esperaba en la puerta, claro, sintiéndome como una millonaria. Cuando volví a casa, como Cenicienta, me puse a limpiar las paredes del baño y de la cocina y mi ex –sapo a barrer porque esta noche llega la luna nueva. Después me reí muchísimo viendo una película de Shrek (el ogro verde) y descubrí que es idéntico a mi ex –sapo. Dormí mi pre-siesta y cuando salí para ir a caminar (con un bluejean de mi hijo carioca que él le dejó de regalo a mi ex –sapo) comenzó a lloviznar. Entonces seguí limpiando y diseñé un plano de mi casa para enviárselo a mi nieta mayor como ejemplo del plano de su casa que quiero que ella haga, porque en el instante en que termine el gallinero comienzo a hacer la primera de una serie de casitas como esa donde ella vive, para alquilar o vender. Lo malo es que mi ex –sapo dice que así como él no consigue controlarse con la bebida (solamente está sobrio cuando está limpio) yo no consigo controlar mis gastos y todo el dinero del mundo es poco para yo gastarlo en un día.

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