martes, 6 de mayo de 2008

LA NIETA MORENA


Ayer comenzó mi infierno astral, es decir, que dentro de un mes cumplo años: 65 “kilómetros” (como dice mi Shrek, qué digo, mi ex –sapo). Pero comencé el día muy bien pues la pantalla de mi monitor no se comprimió durante las dos horas en que estuve navegando (como todos los días, de 4 a 6 de la madrugada). Y en todo el día mi ex –sapo no se puso bravo ni estuvo de mal humor que es algo que me deja muy irritada, por el contrario, estuvo todo el día tranquilo y feliz, gracias a Dios. Ni me hubiese acordado que había comenzado mi infierno astral si no fuese porque después de haber caminado por la bella granja Comarí con mi vecina, ella no me hubiese pedido que entrase en su casa a navegar en su súper-computador y yo no hubiese aceptado (sobre todo para buscar en la Internet la hora en que llegaría la Luna Nueva a ver si me daba tiempo de limpiar algo más en mi cocina, pero la Luna Nueva ya había llegado a las 9 de la mañana). Entonces aproveché para también ver si tenía algún E-mail y me puse contentísima y lo comenté con mi amiga porque vi que, en efecto, sí tenía un E-mail y era de mi hija morena. Lo abrí toda feliz pensando que era el plano o la planta de su casa, y me extrañó que mi nieta morena lo hubiese hecho tan rápido, pero era un E-mail escrito por una persona que estaba muy brava o de muy mal humor. No sé qué cara puse yo, pero apagué el computador y mi vecina, qué fastidio, estuvo una hora entera blablablá blablablá (y yo con hambre y ganas de ir al baño) tratando de “consolarme” por creer que yo estaba tristísima pues ella misma se pone así cuando alguno de sus hijos no la trata con cariño. Pero ella solamente tiene 3 hijos y son todos varones y ellos no tienen menstruación ni sufren de tensión pre-menstrual y como yo no tengo una sino tres hijas hembras, pues ya estoy acostumbrada. Lo peor fue que se me olvidó mi celular en su casa y ella me llamó por teléfono para que lo fuera a buscar pero en vez de ir yo misma a buscarlo, mandé a mi ex –sapo... con miedo de que ella se pusiese otra hora entera a tratar de “consolarme”.

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