Hoy, por segunda vez en mi vida, empeñé una pulsera que me regaló un amigo de mi papá el día que cumplí 15 años y me hicieron una fiesta que fue, al lado de la fiesta que mi papá y mi padrino habían planeado, una pobre fiesta. Recuerdo que ellos dos discutían acaloradamente porque uno quería que la fiesta fuese animada por la orquesta Los Melódicos de Luis Alfonso Larrain y el otro quería que fuese animada por la orquesta Billo’s Caracas Boys. ...si mal no recuerdo. Eso quería decir que la fiesta sería en un club grande y lujoso porque solamente los instrumentos de cualquiera de las dos orquestas ocuparía lo que es hoy mi salón para fiestas, de casi 70 metros cuadrados. Yo me imaginaba ya desde los 6 años de edad (después de que hice la primera comunión), que a los quince sería alta y delgada, y en la fiesta bajaba por las suntuosas escaleras del Círculo Militar de Caracas con guantes hasta más arriba del codo, de traje largo, blanco, mientras la orquesta tocaba y mi papá me esperaba abajo para bailar conmigo el valse de mis 15 años que ahora no me acuerdo cuál fue porque 6 meses antes de mi cumpleaños, el 23 de Enero, hubo un golpe de estado y con el nuevo gobierno llegó la recesión económica. Así mismo fue una buena fiesta, animada por un conjunto de 4 italianos que practicaban en la vecindad de la casa donde vivíamos en Los Rosales. Mi vestido no fue largo ni usé guantes hasta encima de los codos, ni llegué a ser alta y delgada sino que muy por el contrario me quedé enana, pero yo no lo sabía ni tenía complejo por eso sino que mi complejo era de nariz de papa, no de pontífice católico sino como le dicen a las batatas en Venezuela. No sé si todos los regalos que me dieron fueron tan valiosos como la pulsera que empeñé hoy y por la que recibí 576 reales (unos 200 euros) de la Caixa Económica Federal. Me quedé contentísima pues creí que me pagarían mucho menos y por si acaso llevé otras joyas, pero yo solamente necesitaba con urgencia 400 reales, para pagarle a mi dentista 30 años de rejuvenecimiento.
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