jueves, 8 de mayo de 2008



Ayer mi ex –sapo (ahora Shrek) y yo hicimos algo que nunca antes habíamos hecho en la vida (o, tal vez sí, pero se nos olvidó cuándo): retiramos los vidrios del farol, lo pintamos, y mientras yo lavaba los vidrios él arregló la parte eléctrica pues ya no prendía su luz e hicimos eso porque nos imaginamos que vamos a alquilar por largo plazo de nuevo el salón para fiestas. Qué lástima que se me manchó de pintura el suéter que tenía puesto, mi más bello suéter. de Yves Saint Laurent. También mudé la posición de la cama en nuestro cuarto para que quepan allí la cómoda y la biblioteca mayor. Es un trastorno pero vale la pena si puedo pagar todo lo que debo y terminar el castillo de las gallinas sin tener que traducir “Legalized Terrorism” o cambiarle los pañales a la mamá de mi vecino, Dios que me perdone. Si no vuelve más la posible inquilina, que lo dudo, por lo menos sirvió para que el pobre farol volviese a sonreír pobrecito, resucitó, y parece como si estuviese alegre, feliz y contento, él que tiene allí más de 20 años presenciando la historia del “bar a luz de velas” que es como todo el mundo conoce lo que fue nuestro restaurancito durante diez años y después restaurante de muchos otros a quienes se los alquilé por largo plazo y últimamente salón para fiestas casi siempre de roqueros o local para filmar comerciales (en uno de los cuales conocí personalmente a Reinaldo Giannechini, en la época en que era galán de las novelas de la Globo, mucho más bonito en persona que en la pantalla de la televisión). A la mujer que quiere alquilar le conté algo que el farol también presenció: oque uno de esos inquilinos había pagado 3 meses adelantados pero 24 días después le había dado un infarto y como ya yo me había gastado los 9 mil dólares que me había dado (construyendo el galpón de herrería y realizando el sueño de mi hija morena de irse a vivir a Europa), él dejó allí dentro del ahora salón para fiestas, encerrados, 2 perros enormes (Mastil Napolitanos, bellísimos) y un empleado muy feo para darles de comer y beber a los perros hasta que se cumplieron los 3 meses que había pagado. Cuando se fueron y nos devolvieron la llave, tuvimos que fumigar la casa que no tenía millones sino billones o tal vez trillones de pulgas.

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