miércoles, 21 de mayo de 2008

LOS HIJOS




Ayer, no sé cómo, la ardilla que “adoptamos”, sería más o menos las 11 de la mañana... ¿Dónde estaba? Pues aquí dentro de casa, en el cuarto que fue de los niños y ahora es de las maletas. Pensé que tal vez había sido ella la que había caminado por mi pierna mientras yo dormía en la oscuridad de la madrugada, pero Shrek dice que las ardillas son de hábitos diurnos y no nocturnos... ¿Será que vino a felicitarme por haber dejado el cuarto tan limpiecito? Claro, como no es un animal doméstico cuando se dio cuenta de que la habíamos visto, salió corriendo y se fue. Un poco antes yo había descubierto que el fondo del escurridor de cubiertos, difícil de ver por estar siempre tapado por los propios cubiertos, estaba horrorosamente sucio y entonces herví los cubiertos y dejé el escurridor de remojo en cloro. No sé qué más hacer para agradar al Universo y así consiga librarme de mis deudas que me atormentan un poquito aunque lo que me atormenta de verdad es no saber nada de mis hijos o aunque sea de uno de ellos. Por eso lo mejor que me sucedió ayer fue que llegó de visita Ivanir, la madrina de mi nieta mayor, muy linda y elegante, y, claro, me preguntó por su ahijada y por mi hija morena a lo que le respondí que ni mi hijo carioca, ni mi hija mayor, ni mi única hermana que viven en España y con quienes me había comunicado recientemente por teléfono sabían nada de ellas, ni yo misma me atrevía a llamarlas. Entonces nos pusimos a llamarlas pero solamente conseguí hablar cuando ya Ivanir se había ido y yo había salido a caminar con mi vecina, y gracias a Dios mi hija morena, un dragón capricorniano, estaba tranquila y parecía feliz.

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