domingo, 6 de abril de 2008

EL SUSTO

Ayer fue un día amarillo. Pero no amarillo oro, sino amarillo auyama o calabaza, porque en la hora en que siempre subo los 500 escalones para llegar a mi capilla de Nuestra Señora de los Vientos, como estaba lloviendo, me puse a preparar una calabaza gigante (que me regaló mi vecina y que fue cultivada en el terreno de su hijo médico e ingeniero) con cebolla y shoyu y llené 6 frascos de conserva que me durarán unos dos meses comiendo todos los días al almuerzo tres cucharadas. Después desayuné y le conté a mi ex –sapo que siempre que el mejor amigo de mi papá me veía, me decía: “muchacha, el susto más grande de mi vida me lo diste tú”, y me lo repitió hasta el último día que lo vi, en que yo tenía 35 años, porque cuando fue a operarme de las amígdalas, yo tenía 8 años, sufrí una parada cardiaca y él tuvo que ponerme 14 inyecciones de adrenalina para revivirme. No sé si las palabras tienen poder o fue coincidencia, pero, cuando terminó de llover fuerte, me fui con mi perra a mi capilla y ya estábamos bajando cuando de repente me resbalé y ¡gracias a que todos los santos días salto la cuerda (300 saltos) mientras sale el café de mi ex –sapo!, en un décimo de segundo hice una maniobra tal que conseguí caer de pié unos 3 escalones más abajo. Llevé un susto de padre y señor mío porque para completar yo estaba con una enorme y puntiaguda tijera de jardín debajo del brazo izquierdo. De todas las cosas buenas que me sucedieron ayer, la que me dejó más feliz fue haber recibido un E-mail de mi única hermana donde me contaba un montón de cosas entre las cuales que había estado con su marido y mi nieta mayor en Portugal durante la Semana Santa. En compensación, recibí un E-mail del libanés pidiéndome que lo ayudara a encontrar una editora que publicase su libro o que le dijera cómo ponerse en contacto con Hugo Shabes (lo escribió así mismo) para que entonces yo pudiese traducir su libro “Terrorismo Legalizado”. A mi hermana le dije que yo estaba pasando por una “marea baja” (como me enseñó mi hija morena) pero que eso no me preocupaba (apenas me molestaba) porque sabía que pronto llegaría la “marea alta”

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