domingo, 13 de abril de 2008

EL MILLONCITO


Ayer, ya eran las 9 de la mañana y todavía mi ex –sapo estaba durmiendo (enratonado) y yo estaba esperando que se despertara para subir los 500 escalones que hay que subir para llegar a mi capillita de Nuestra Señora de los Vientos... cuando tocó el teléfono y era mi vecina para pedirme que me acercara al portón. Lo hice y era para regalarme un pedazo de la torta maravillosa de cambur que había terminado de hacer la noche anterior justamente cuando ya yo estaba saliendo de su casa y por la que suspiré hasta que me fui a dormir (después de haber visto una bella película llamada “El toque del Oboe”). Entonces desayuné y, de postre (momento mágico) me comí la torta (“pie” en inglés) de cambur y después fue que fui a mi capilla. Aunque estamos en otoño, fue un día de verano al igual que anteayer. Mi ex –sapo debe haber bebido cerveza en la ciudad cuando salió solo, por eso no le gusta salir sino conmigo, pero como estaba haciendo tanto calor no quise ir, y después en casa bebimos vino y la mezcla le hace mal, es decir, se echó una rasca que hasta me sacó de quicio, cantando “She said goodbye” de Dave McLean, a todo volumen unas 700 veces seguidas, y como no sabe inglés me pregunta a cada momento lo que quiere decir “you’ll never find another girl” etc. En esos momentos me provoca arrodillarme y pedirle a todos los santos que aparezca un comprador para este sitio. Cuando alguien pregunta el precio mi ex –sapo siempre dice que es un millón, y no especifica de qué, si reales, o dólares. Los mejores años de mi vida los he pasado aquí y no aguanto las ganas de llorar cuando me imagino que ya vendí esto y me fui de aquí. Pero espero que ni tenga tiempo de acordarme de esto de tan ocupada que estaré gastando el milloncito.

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