jueves, 17 de abril de 2008

ASTERIX


Ayer terminé de leer el primer capítulo del libro que el libanés de 82 anos quiere que yo traduzca. Y resulta que hay allí una foto de hace unos 40 años donde él aparece con otros dos tipos. Bueno, yo me lo imaginaba parecido con Sean Connery pero yo deseaba que no se pareciesen para no desestructurar mi relación de 18 años con mi ex –sapo, y si ese libanés no estuvo los últimos 40 años haciendo musculación y dieta, implante de cejas, y cirugías de orejas, nariz, labios, párpados y pescuezo, pues él y Sean Connery son absolutamente antagónicos de la cabeza a los pies. A lo mejor él se imagina que soy alta o esbelta, que mi nariz no es de tubérculo sino pequeña y fina, que mi cabello es largo, liso, negro, y cuando vea mi tamañito (menos mal que como dice Ásterix, “tamaño no es documento”) y mi enorme nariz de bruja y mi cabello blanco, corto y erizado, pues le pasa lo mismo que a mí y respira aliviado por no sufrir para serle fiel a su mujer. En la mañana estuve trabajando como sirvienta de herrería ayudando a mi ex –sapo a colocar un portón. No sé por qué él se empeñó en que fuera a ayudarlo pues no hice nada sino pasarle las herramientas que me pedía como una enfermera le pasa a un cirujano lo que él le pide mientras opera a alguien. Además, él nunca me pide que lo ayude en campo. Mi trabajo es de oficina: cálculos matemáticos previos, presupuestos, contabilidad... Pero es que el portón era en casa de mi vecino cuya mamá “mãe de santo” o hechicera está viviendo allí desde que la Miss Teresópolis 1974 la expulsó de su mansión. Y el bobo de mi ex –sapo le tiene miedo a las brujas. Pero era como un presentimiento, porque después (ya yo había regresado a la casa) llegó el marido de mi mejor amiga y comenzó una discusión acalorada muy grave por causa de un tanque azul que el hijo de la hechicera va a colocar justamente frente a la ventana de su sala. Mi ex –sapo se asustó mucho porque nunca había estado tan cerca de una persona tan agresiva y violentamente alterada. Salió corriendo y sólo volvió a terminar el portón cuando ya era casi de noche.

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