martes, 15 de abril de 2008


Ayer recibí un E-mail de mi hijo carioca preguntándome que qué hacía. Le respondí que mil cosas, pero realmente me parece que no hago nada, o por lo menos algo que se considere productivo en términos capitalistas aunque, a pedido de mi hija mayor, estuve rezando mucho para que a ella, su marido y su abogada les fuera bien en una reunión con los abogados de un banco que le dio a una constructora un dinero para hacer su casa pero los constructores no construyeron nada o un problema parecido, total son más de 20 mil euros (¡AY, 40 mil gallineros!) que están en la cuerda bamba. Un poco recé dentro del gallinero (en construcción parada por falta de cien euritos). Desde hace 3 días voy allí dentro y rezo algo. Como doña Rita Jugo de Caña me pagó la mensualidad del estacionamiento de su kombi, fui donde mi contador y le pagué algo de lo que le debía. Me prometió ayudarme a encontrar un comprador para mi sitio que pague lo que pido. Por eso salí muy feliz de su oficina y hasta me pareció que el tipo estaba elegante y no era tan feo. De allí fui a imprimir una carta para mi amiga Amelia que fue la niñera de mi hijo menor y comprar un sobre para enviársela por correo convencional, porque ella es como la suegra de mi sobrina sevillana y como mi nuera carioca y mi ex –sapo, que no entiende ni quiere entender nada sobre nuevas tecnologías como celular y computador. Después compré vino, pan, lechuga y sardinas y cuando el autobús estaba llegando en casa le di un toque de celular a mi ex -sapo para que me esperara en la parada y cargara todo eso hasta la casa. Bueno, si me pongo a contar aquí todo lo que hago en vez de 15 minutos tendría que estar una hora digitando este blog. Pero el momento mágico por el que valió la pena haber vivido el día de ayer fue cuando salí caminando por la bella Granja Comari no con mi vecina sino con mi ex –sapo hasta la casa del Sr. Lauro que cumplía 81 años para felicitarlo. Fuimos y volvimos conversando mucho pero sin discutir ni pelear, de manitos agarradas, como dos románticos pendejos.

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