miércoles, 30 de enero de 2008

PLAYA DESIERTA




Hoy, martes 29 de Enero de 2008, terminé de leer, después de varios comienzos a lo largo de seis años, el libro “Miranda” (mi tatatatarabuelo) de Mariano Picón Salas. Y pensar que 4 de mis 6 hijos estuvieron recientemente en Cádiz, ciudad española donde él falleció hace 192 años y fue enterrado. Bueno, mi mamá tiene casi cien (86). Pero eso no fue lo mejor que me sucedió hoy, porque me dejó muy triste haber terminado un libro tan interesante, sino que lo mejor fue que mi ex–sapo terminó de hacer la ventana grande del gallinero y yo la empecé a pintar. Ahora tengo que rezar para que pare de llover y el albañil pueda trabajar. También hoy me llamó por teléfono mi hijo carioca, mi rey Baltasar, para ofrecerme el pasaje para ir a Venezuela, después que me lo negó y ahora que ya Melchor debe haberlo comprado. Piensa comprarse un computador con video-cámara para poder comunicarse con mi nuera y mi primer nieto varón mientras esté en España. Después hablé con mi hijita menor que está enfermita pobrecita y le dije que no me sorprendía que lo estuviese después de haber pasado dos días sin comer con el frío que hace ahora en Madrid en pleno invierno y el esfuerzo supremo que hizo arrastrando una maleta con una sola rueda más pesada que ella misma. Traté de convencerla para que venga a pasarse el carnaval aquí en Río de Janeiro y así pueda traerme el vino que me mandó mi única hermana. Pero ella dice que necesita tomar sol y bañarse en el mar y en Carnaval hay demasiados turistas. Le respondí que todo el mundo va o se queda viendo por televisión, los desfiles de las escuelas de samba que comienzan a las 8 de la noche y terminan a las 8 de la mañana, entonces las playas están desiertas porque todo el mundo está trasnochado durmiendo en su casa. Si no viene, mi vuelo a Venezuela tendrá que salir de São Paulo, porque lo que son mis botellas de vino español que me mandan mi hermana y mi cuñado, siempre de excelentes cosechas ¡no las puedo dejar para atrás!

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