sábado, 9 de febrero de 2008

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Lo mejor que me pasó ayer viernes 8 de Febrero de 2008 fue que la lluvia dio una tregua en un día en que Luis Vigilante no estaba de guardia y pudo venir a trabajar como albañil en la construcción del castillo de las gallinas. Fue maravilloso porque ya terminó de levantar las paredes y el próximo paso será el techo. En total ha trabajado 24 horas (distribuidas en 4 días). Como ni imaginábamos que el día sería de sol (y lo fue pero solamente hasta las 4 y media de la tarde cuando Au –au mi bella perra se puso a temblar, -como siempre hace antes de una tormenta de relámpagos y entonces entra en la casa a como dé lugar para esconderse toda acurrucadita debajo del escritorio de mi 4° suegro, abuelo de mis dos hijos menores), yo me puse muy nerviosa porque habíamos hecho otros planes para ese día en que supuestamente mi hijo carioca, mi ex–sapo y yo saldríamos a pasear (aunque era a hacer compras a un lugar que queda muy lejos, que es la tienda donde venden material de hierro que necesitamos para que mi hijo carioca practique la herrería mientras comienza un curso que le va a costar “muy caro” y quiere ir preparado para aprovechar lo más que él pueda e incluso después del curso quedarse aquí practicando hasta el 1° de Abril que es cuando pretende irse a España) y estuve todo el día muy agitada porque para completar llegaron 2 clientes de mi ex–sapo (ex–sapo porque ahora es Príncipe Herrero) y dos amigos y un cliente de mi Salón para Fiestas y mi pobre hijo carioca tuvo que ir furioso a la ciudad a comprar carne para el almuerzo reclamando de que donde él vive la carnicería está al lado de su casa, mientras yo hacía un arroz que supe, en la noche cuando nos sentamos para cenar, que Luis Vigilante-Albañil había pronosticado que el arroz iba a estar muy bueno al día siguiente para quebrarlo con un mazo y una tajadera. Dicho y hecho, pero no fue al día siguiente sino unas horas después.

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