sábado, 15 de marzo de 2008

LA SOPA


Hoy, viernes 14 de Marzo de 2008, me fui a la ciudad antes de desayunar porque tenía que entrevistarme con la doctora Marina a las 9 de la mañana en punto para pedirle un atestado médico de la única hija del único hermano de mi ex-sapo (y ahora príncipe herrero con suerte o consorte). Estoy harta. No aguanto más esas idas y venidas a ese bendito hospital. Mi mamá siempre tiene razón, o mejor dicho, los refranes que ella dice: “el que se mete a redentor, acaba crucificado”. Mi problema es que no sé decir “no”: “¡No quiero, no puedo, no me da la gana ayudarte, no j____!” Total, desayuné al mediodía (después e haber llegado aquí triunfante con el atestado médico en la mano), pero en vez de tomar café tomé vino y me fui a dormir. Salí con lluvia, regresé con lluvia, me desperté de mi pre–siesta con lluvia y por eso no fui a caminar con mi vecina, mejor amiga, psico-analista y gran cocinera justamente hoy que necesitaba contarle mis rabias (totalmente injustificadas porque fui muy bien atendida en el hospital; lo difícil fue esperar que la doctora terminase lo que empezó a hacer a las 9 y 5 pues llegué atrasada 10 minutos). Lo mejor que me sucedió hoy fue recibir un cheque de 200 reales de un cliente de la herrería. Claro, que 150 son para comprar el material del servicio que quiere, pero con los 50 que quedan mi ex–sapo puede comprar comida y así, con mi dinero (del alquiler el salón para fiestas y algunos metros cuadrados de mi terreno) yo puedo pedirle a Luis Vigilante que venga a ser Luis Albañil para continuar haciendo el castillo de las gallinas. ¡Ay, qué maravilla! Mañana viene aunque llueva porque instalaremos la puerta del gallinero que queda dentro del taller de herrería. Lo más sabroso que me sucedió hoy fue que prendí el fuego de la olla para hacer mi almuerzo y en eso tocó el teléfono. Apagué el fuego de la olla y fui a atenderlo y era mi única vecina pidiéndome que me acercara al portón en ese instante. Agarré la capa de lluvia y salí corriendo imaginándome que me contaría un súper–chisme pero era para obsequiarme con un pote de sopa calientita con la que almorcé deliciosamente.

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