lunes, 10 de marzo de 2008

LA NIÑERA



Hoy, domingo 9 de Marzo de 2008, fue un día muy loco. Desde la una y hasta las tres de la tarde trabajé como niñera de 4 niños: Mateus de 12 años, Isabel de 8, Camille de 5 y Erik de 3, porque sus padres y abuela iban al hospital a visitar a la tía (mi “nieta”). Mientras les hacía una torta con lo que iba encontrando en la nevera (leche de coco, barra de chocolate, dulce de guayaba) ellos “tocaban” piano y teclado pues llovía y no podían salir a jugar en el jardín ni baloncesto ni corriendo atrás de las gallinas ni intentando pescar los pececitos de nuestros 2 lagos. Cuando estuvo lista la torta se la comieron casi toda y después los dos niños mayores y yo jugamos el juego de la memoria (con las obras del Museo Nacional de Arte Catalán), y los 2 más pequeños jugaron “ajedrez” con las figuras de madera de mi tablero. Cuando sus padres y abuela llegaron les conté que yo había tenido una vez en mi vida un kindergarten (guardería, jardín de infancia) para lo cual estuve 2 ó 3 meses decorando el lugar donde sería el tal “kinder Los Rusos”, repartí la propaganda y cuando apareció el primer niño solamente lo aguanté un día por lo que cerré el negocio pues yo había pensado que si conseguía cuidar a mis dos hijos mayores (entonces con 2 y 1 año de edad), podría ganar dinero cuidando otros tantos, aunque dinero era lo que me sobraba pero en aquel entonces vivía en Venezuela donde el único valor de la vida es el dinero que esa vida puede concebir o engendrar. Ellos regresaron a Río de Janeiro capital y yo me fui a dormir. Cuando me desperté ya era las 5 de la tarde por lo que me arreglé rapidísimo para ir a caminar con mi vecina, mejor amiga, psico-analista y gran cocinera pero ella también estaba trabajando como niñera de su única nieta y no pudo salir pero nos quedamos conversando casi una hora hasta que le dije que tenía que ir a almorzar, pero volví y solamente me tomé un café con el resto de la torta medio horrible que había hecho. Ahora mientras escribo esto me tomo un té de anís porque mi estómago está revuelto. Pobres niños, espero que no se hayan intoxicado con esa torta maluca.

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