miércoles, 26 de marzo de 2008
EL ALMUERZO HARTO
Ayer recibí un E-mail de mi hija mayor preguntándome si ya había terminado el castillo de las gallinas que nadie cree que sea realmente para gallinas pero es que todas las mañanas al desayuno me como un huevo de yema de oro y por eso creo que mis gallinas sean las gallinas de los huevos de oro y merecen un castillo. Pero después de que mi comadre (madrina de mi hijo mayor) me contó (y por eso no la fui a ver) la trama de la película Soybean (creo), empecé a dedicarme a la agricultura, sobre todo porque coincidentemente un año antes había habido un terremoto en Caracas que había destruido los accesos a la ciudad causando desabastecimiento de alimentos. Eso fue hace unos 40 años. Menos mal que Simón Bolívar el Libertador dijo que el arte de vencer se aprende con las derrotas porque como agricultora y creadora de animales he sido un fracaso total hasta ahora, pero el que persevera vence. Como no hace sino llover y llover sin parar mi ex –sapo le pidió a Luis Vigilante (que trabaja como vigilante un día sí y otro no) que viniera a trabajar aquí como albañil aunque estuviese lloviendo porque el paso siguiente en la construcción del castillo, que ya está casi listo, es revocar las paredes por dentro pero hasta ahora le hemos pagado a Luis 25 reales por día de trabajo además de un harto almuerzo acompañado de vino y sopotocientos cafés con sándwichs, siendo que él llega a la hora que quiere y se va idem. Pero ahora una ricaza le paga 60 por día y él anda inventando excusas para no venir. Quise buscar otro albañil pero el día se me fue en ir a la ciudad a visitar a mi nieta-postiza hospitalizada y a hacer las compras nuestras de cada día: que si pan, que si vino, que si papel toilette, etc. Por cierto, lo mejor que me pasó fue sorprendente. Probé un vino que yo misma comencé a fermentar en Fehrero y... estaba en su punto como debe ser (contrariamente a mis experimentos anteriores): una delicia.
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