viernes, 21 de marzo de 2008
LA DESTITUCIÓN
LA DESTITUCIÓN
Hace un año, tal día como hoy, jueves santo 20 de Marzo de 2008, regresé de mi madre patria a donde había ido para sustituir la niñera de mi nieto menor (hijo de mi hijo mayor quien me pagó el pasaje. Pero al segundo día su mujer me despidió, me botó de mi empleo de niñera porque al niñito, con diarrea, se le había irritado el trasero. Mi hijo me echó un bollo de padre y señor mío y yo ni me defendí ni me disculpé pues lo que sentí al ser despedida fue un gran alivio; era muy difícil cuidar a aquel niño). De todo eso me acordé porque el colombiano de la antena de rastreo estuvo hoy aquí y entre otras cosas me preguntó que desde cuándo no iba a Venezuela. Por cierto, el momento mágico de hoy y por lo que valió la pena vivir este día, fue cuando lo saludé. Le extendí la mano y él acercó su rostro a mis labios. Lo besé y olía maravillosamente bien. Durante el resto del día cada vez que me acordaba de eso me daba un escalofrío, sobre todo cuando toqué en el piano “Cariñoso” de Pixinguinha, la parte donde canto: “vem sentir o calor, dos lábios meus, a procura dos teus, vem matar esta paixão que me devora o coração e só assim, então, serei feliz, bem feliz” Mi ex–sapo, que estaba presente y me conoce desde hace más de 18 años, debe haber percibido algo porque se puso muy agresivo y hasta me hizo pasar una vergüenza cuando el hijo de la vendedora AVON vino a entregarme la revista que yo le había pedido. Le devolvió la revista y muy bravo le dijo que yo “no quería nada de esa porquería de revista”, cuando, por el contrario, quiero casi todo. Lo mejor que me pasó hoy fue haber ido a caminar con mi vecina porque ella me contó algo que me pareció muy interesante que había visto en el programa de Oprah Winfrey sobre los “freegans”, primera vez que oía esa palabra, que es como se denominan las personas contrarias al consumismo y desperdicio y recogen lo que los otros botan para aprovecharlo o reciclarlo, no siendo ellos ni mendigos ni sin- techos sino por el contrario, personas con estudios de nivel superior. Le conté que mi ex–sapo, al contrario de los freegans, no usa “ropa de difunto” que es como él llama a lo que se compra en brechôs (ropavejerías).
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