martes, 4 de marzo de 2008

LA PARRILLADA



Hoy, domingo 2 de Marzo de 2008, cuando, buscando el control de la televisión, me agaché para ver debajo de mi cama, me asusté mucho porque habían como burbujas (de polvo y restos de otros materiales de deshecho) que llegaban hasta el colchón. Entonces me puse a limpiar el cuarto (de la manera como me enseñaron las monjitas del Villa María Convent en Montreal CANADÁ) y en eso demoré una hora y media al cabo de lo cual tuve que ir a bañarme y arreglarme para ir al almuerzo en casa de la Miss Teresópolis 1972 (¿ó 75?) a donde habíamos sido invitados mi compañero y yo para la celebración del 38° cumpleaños de Bahiano el papá de Jonathan y de Jéssica (la amiguita de mi nieta mayor cuando está aquí en Brasil). Cuando ya estaba lista para salir, mi ex-sapo se empeñó en que no quería ir y estuvimos discutiendo más de media hora hasta que lo convencí. Allá en la fiesta fue todo muy alegre y agradable, bebimos mucha cerveza y comimos mucha carne, bailamos y después cantamos “cumpleaños feliz” y comimos mucha torta y bebimos mucho vino. Total, mi ex–sapo se empeñó en querer quedarse en la fiesta y estuvimos discutiendo más de una hora hasta que lo convencí para que regresásemos a casa. Quien nos dio la cola hasta aquí fue Enrique Pfister (un músico carpintero amigo de mi hijo menor) y su esposa en tremendo carro que hasta le tuve que llamar la atención porque corría mucho. Nos dijo que en una única noche había lucrado mil reales cuando organizó un evento que hizo en nuestro salón para fiestas, pero no había hecho otro evento porque eso requería un mes entero de concentración y dedicación en divulgación, búsqueda de apoyos, patrocinios, etc y que por los momentos no estaba tan necesitado así de dinero que valiese la pena tanto esfuerzo dejando de lado su carpintería que le estaba dando mucho más que aquellos mil reales. Pero que sus bandas (tiene dos) no las abandonaba y en eso tenía el soporte de su mujer que lee partituras, toca piano y varios otros instrumentos pues estudió en un conservatorio. Lo más cómico es que él admira a mi hijo menor como si fuese un Dios. Por cierto, mi nieta hija de ese hijo menor mío está en una escuela Waldorf que queda en Itaim Bibi, zona de São Paulo con el metro cuadrado más caro de toda América (excluída Nueva York).

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